En estos tiempos de sobreabundancia informativa, las empresas y los creadores compiten por la atención de un público disperso e impaciente.
Queremos conseguir mejores propuestas explotando una dimensión descuidada: el aprendizaje. Propuestas con un buen mensaje pueden conseguir que el público no solo consuma esa información sino que la haga propia, la aprehenda y se vea modificado por ella.